Caballos paralelos

Crónicas España

Llegó junio. Antes incluso de lo que esperábamos. Llegaron los sábados de carreras por la tarde en La Zarzuela. Esos que anuncian días de Gran Premio. De tardes de puerta grande. A la vez que las Ventas despide su feria, nos llega a nosotros el feriado. Lo siento, pero antes de hablar de lo deportivo me exige mi responsabilidad como aficionado clamar en el desierto, y van, de la falta de respeto al turf. No habían vuelto las yeguas de disputar un cerrado Baratissima y ya estaban saliendo los ponys que cobijamos en los boxes de La Zarzuela. Lo siento. No estaría siendo justo con lo que más respeto si, al menos, desde aquí aunque me lean tres y les importe a dos, no diga que BASTA YA. Todas las ideas son respetables, pero estamos en un hipódromo. Da igual que seamos cuatro los que nos enfaden estas cosas, pero hay mucha gente en la última gradería, en el cuarto anillo que diría un bético, que está retorciéndose. 

Hay ideas buenas, sí. Otras no tanto pero bien vendidas, también. Pero falta una cosa, respeto por lo importante. En las noches sacar la caja de música y la registradora para que los más jóvenes se dejen oído y billetes, pero estos sábados, al menos estos tres días, que el hipódromo sea hipódromo. Que la feria se vaya a otra parte. Que el paddock vuelva a ser el paddock y que los ponys, si hay que verlos, no interfieran con caballos y aficionados. O al principio o al final de la tarde.

Dicho esto el feriado, que atisbé en las distintas praderas del hipódromo, no me pudo quitar la sonrisa de haber visto dos Clásicas que tuvieron el denominador común de ser dominadas por entornos que soñaban con este cita desde al menos la temporada pasada. Es difícil apuntar a una carrera, a un dia D, a una hora H, con un caballo o una yegua de dos años. Y el sábado llegó ese día y el tiro en la diana fue certero. De los que hacen olvidar todo. De los que sacan las lágrimas y los recuerdos de los esfuerzos vividos. Coño, de los que merecen la pena y de los que no se olvidan por más que pasen años y vengan nuevos retos. Y es por eso que, aunque hay siempre entornos más o menos queridos, los aplausos a Super Trip (Triple Threat) y White King (Free Eagle) llegaron sin reservas de todos los aficionados. Los reconocimientos, también. Son dos historias con muchos paralelismos que en apenas treinta minutos tuvieron idéntico resultado.

Super Trip había sido la indiscutible reina de su generación. Su reaparición, con Julia Zambudio en su grupa, fue un espectáculo ante los machos. Ganó como quiso en un día en el que había quien ponía pegas al buscarle un descargo para medirla a los mejores tres años y demostraba su ‘conocimiento’ incluso criticando la decisión de Christian Délcher. Las opiniones como la feria. A todo a cien. Valen todas. Pero ese día Super Trip avisaba de que había cumplido la edad clásica manteniendo su principal virtud en su cambio de ritmo. La yegua despejaba dudas acerca de su salud, por más que los rumores seguían insistiendo. Pero esa agua, ese run run, se convirtió en manantial al ceder en el Comunidad y descubrir un problema físico menor que le hacía peligrar su presencia en el Oaks. “Lo primero es la salud de la yegua y la opinión del veterinario” declaraba su propietario Miguel Agrado. El mismo que descompuesto de felicidad miraba como Fayos volaba de su montura en el recinto de ganadores tras imponerse en el Oaks. No hay carrera fácil, pero tampoco tan difícil como ha resultado ésta para todo el entorno. Christian Délcher tiene muchas batallas, pero parece que no tantas como revalidas le piden a pesar de la confianza que tienen sus propietarios. Él, al que le han salido los dientes entre el poste de los doscientos y los cien, se sabe al margen. Pero con Super Trip era cornada o puerta grande. Y fue lo segundo porque la yegua demostró poseer un cambio de ritmo que le hace estar en otra Liga. De los cuatrocientos a los doscientos metros desplegó clase y aceleración para que los cuatro sufridos aficionados de la primera Tribuna viéramos como el Oaks ya tenía ganadora. Detrás el partido de polo al que sometieron a Ricardo Sousa con Kane Ore (Caravaggio) entre Alfia (Mastercraftsman) y Lovely Diamond (Wings of Eagles) quedó en agua de borrajas. No tuvo su día el portugués. Aquí pudo ir al suelo y le dejaron sin estar presente en la lucha por las colocaciones con la torda  de Annua Racing. Las escoltas de la ganadora fueron Lovely Diamond, One More Night (The Grey Gatsby) y la sorprendente Alfia, que fue  cuarta merced a que a lo mejor en esta feria sólo había un bono para distanciar y ya lo gastaron en el ‘cuarto Astral’. Tómenlo con humor, porque no hay otra. No hay criterio. Ya lo saben. Pero no me pierdo en batallas perdidas. Al Derby.

Y sí mereció la pena. Y eso que Glorytof (Panis) uno de los candidatos parecía pensar como servidor que no merecía la pena correr este sábado y mostró un carácter endiablado en los cajones de salida. Es verdad que me empeñé que este año el gran clásico parecía una carrera menor. Menor fui yo al menospreciar a White King. Reconozco que antes de la carrera ni le esperaba. Pensé que sus mejores tardes ya estaban vistas. Y ahora entono el mea culpa. Es más habrá que pensar que White King romperá el gafe de los últimos seis ganadores del Derby. Parece una maldición tipo Opcional porque White Bay, Abu, Axioco, Don Sancho, Wild King y Nemqueteba son los seis últimos inscritos en el Historial y ninguno de ellos volvió a pasar por ganadores. Escrito está. Ojalá se rompa esta racha con el ganador de 2022 y que el tordo de Martul reivindique su calidad, su tranco largo, su potencia y si me apuran hasta sus ‘bemoles’ en pos de dar lustre a esta generación. 

Lo mismo que ocurrió con la yegua, Jorge Rodríguez también ha sufrido lo suyo esta primavera. A Jorge también le han salido los dientes y las agallas en la pista de La Zarzuela y sabe mejor que nadie lo que cuestan por estos lares los halagos. Trabajo y responsabilidad han sido sus cartas más presentes en su baraja en tantos años como lleva en el oficio. Y con White King apenas tenía ya ases que mostrar. Pero el tordo, llamado a ser caballo de Derby desde que debutó en Madrid, dispuso de sus rivales en el momento en que tenía que hacerlo. En una carrera mucho más viva que el Oaks, Janacek supo en todo momento llevar el control. Si Fayos la ejecutó en 200 metros, el checo lo hizo en los 2400. Controló como a él le gusta, llevó al caballo por fuera sabedor de que en la recta si había paso, el tranco de White King le iba a responder. Le dio igual que la pareja de Ion Elarre, As a Charm (Charm Spirit) y Catapum (Ectot) fueran marcando ritmo. Jugándosela. Muy valiente el vasco en el planteamiento pero no debía contar con el Martul. Por más que Marine Eon se agarraba a la probabilidad de As a Charm en la recta y que Catapum exhibía de nuevo su corazón en la batalla, cuando Janacek apareció a falta de 200 metros con White King ya no había nada. Australia Cape (Australia) no salió de la grupa de los primeros, por más que Sousa se empeñaba en sacarle hasta el último aliento al pequeño de Maldonado. Era inútil. La carrera ya tenía un dueño. Y era blanco. Y era el Rey de los tres años. Como lo fue a dos. Como lo fueron a dos. 

La historia de Super Trip y White King es paralela. Y es que en la feria sólo falta un cine. Caballos paralelos. No doy ideas, ni sigo jugando con las palabras.

Autor: Alberto Martín / Foto: Salva Maroto