El turf tiene muchas lógicas. Y la mayoría tan efímeras como es la voz que las pronuncia. Supongo que teorizar sobre Il Decamerone (Born To Sea) después de sus cuatro carreras es fácil. Acumula elogios, frases grandilocuentes, adjetivos hiperbólicos y quedarás bien. No hay otra. Lo difícil es aplicar la lógica ese 2 de junio de 2022 cuando el hijo de Born To Sea queda sexto en una reclamar en Longchamp. Meter una papeleta ganadora en la urna y llevarte a casa el futuro ganador de una Quinte, Copa de Oro, Young Tiger y Gran Premio Román Martín. Casi nada al aparato.
Ese caluroso día de junio la tasa de reclamación estaba en 22.000 euros, 30.200 colocó Reza Pazooki en su papeleta. El resto es historia, hecha y por escribirse. A sus seis años, Il Decamerone ha dado el mejor valor de su vida en el premio Román Martín. Óscar Anaya ha dado con una tecla para pasar de disputar hándicaps frente a El Ingrato, Oxalis y Baby Groom (todos ellos corrieron en Tarbes en su Quinte) a ser la referencia de las mejores carreras en España. Todo en apenas cinco meses desde aquella carrera en Longchamp, donde porque no decirlo, Alexis Pouchin dejaba una monta de las que en Francia regalan euros en la siguiente. Lo que no sabía el bueno del jockey francés es que esos euros iban a llegar a España y de qué manera.
No quiero irme a historias pasadas, que me dan un poco igual, aunque por cierto alguna otra se ha contado sobre su compra, sino a la calidad en pista de Il Decamerone. Y este domingo su triunfo tiene mucho mérito. Preguntaba antes de la carrera sobre el nombre del caballo que iba a poner el paso. Era mi único temor al favoritismo previo del pupilo de Óscar Anaya. En Madrid es difícil, y más en otoño, plantear una carrera costa a costa. No es fácil. No lo fue, sin ir más lejos, para Tritón hace poco en el Nacional ni lo iba a ser para Il Decamerone, aunque a Sousa le guardan respeto. ¿Por qué digo esto? Muy sencillo todos corrieron su probabilidad, sin dejársela haciendo de menos la de otro caballo. Y así José Luis Borrego guardó en el primer paso por meta a Alabama, dejándose los brazos para taparla en el pelotón; o el bueno de Borja Fayos no hizo un Calcas con Maracay en la curva previa a la recta final. Todo fue más sencillo. Pero también muy difícil. Sousa sabía que le tocaba hacerlo todo. Poner el paso y medir ante los remates de buenos caballos. Pero también sabía, como lo ha dicho muchas veces su alter ego Óscar Anaya que Il Decamerone gasta corazón como si no costase. Gana las carreras a falta de 200 metros, cuando se pone primero, le he oído varias veces a su preparador. Uno que no es muy “anayilista” -es decir que no gasto tiempo en hablar con el argentino como algunos otros buenos y no tan buenos pronosticadores- sí admira la calidad en el trabajo del argentino con Il Decamerone, pero hoy me descubro ante el buen hacer de Ricardo Sousa. Primero, por el respeto que impone a sus compañeros para que le dejaran hacer y, luego, su calidad encima del caballo en los últimos 300 metros. Lo mejor, en mucho tiempo y una pena que se marche a Arabia Saudita porque desde la grada se le echará de menos, amén de facilitarnos el pronóstico a los no “anayilistas”.
Oigo a Gaspar Vaz ahora en Movistar que, antes de la carrera, dudaba sobre quién iba a poner el paso. Creo que lo sabía, como también que la opción de Media Storm (Night of Thunder) pasaba porque este fuera selectivo. Luchó el portugués, que este 2022 ha sido un alarde de regularidad que me hace desdecirme de lo escrito y pensado después de esta misma carrera en el año 2021. Otro que ha dado con la tecla después de comprarle en agosto del año pasado y de salir de pelear un hándicap en Burdeos con Parabak a ser otro caballo en un año de duras batallas, donde su mejor carrera fue un quinto de Grupo II en Longchamp. Corrieron cinco pero aquel día Media Storm desdijo la lógica que nunca un último puede ser bueno. Ese día su valor anunció que ganaría el Gran Premio de Madrid, como hizo, y todo lo que ha hecho este 2022 tiene gran mérito. Hoy con Janacek queda en su sitio peleando hasta el último metro y deja bien claro que había caballo, para los que dudamos tras su triunfo del año pasado en esta misma carrera.
Maracay (Ruler of The World) fue una digna tercera. Pues sí. Quizá sabe a poco, pero no podía aspirar a mucho más. Hizo su carrera siempre tras el puntero y ahorrando metros. Su remate en la recta fue insuficiente porque, al igual que le pasó en el Young Tiger, ya no tiene la electricidad de antaño y acusa batallas pasadas en su salud. No obstante, hay calidad y esperemos que futuro en el Haras porque lo merece.
La última colocación remunerada fue para Sir Roque (Sir Percy). Terreno apropiado, pero su remate extrañamente por los carriles interiores fue claramente insuficiente. Vio el baile desde la puerta. No tuvo entrada a la pelea y a muchos decepcionó porque esperaban verle en la pista en el momento del vals. Eso sólo lo bailaron dos, Il Decamerone y Media Storm. Era un mano a mano. Y fue para el de Óscar Anaya. ¿Tal vez se convirtió en un tango? Qué tal, “por una cabeza”. Ya lo escribió el gran Gardel. “Yo me juego entero, qué le voy a hacer”.
Autor: Alberto Martín / Fotografía: Salva Maroto