En una nueva edición del St Leger (G1), la primera con público desde 2019, más de 20.000 aficionados vibraron con la exhibición de Hurricane Lane (Frankel), que se ganó en la pista el derecho a unirse a su compañero Adayar (Frankel) en el Qatar Prix de l’Arc de Triomphe (G1) y poner así fin a la maldición que pesa sobre la Clásica británica, de la que no ha salido ningún ganador en la cita parisina por excelencia.
Favorito en las taquillas (8-11), fue en el último cuarto de milla cuando pasó al frente mostrando una aceleración solo al alcance de los Top Class en una prueba sobre 2.900 metros. “Lo que más me ha impresionado de él en las dos últimas ocasiones que le he montado ha sido su cambio de ritmo en los metros finales. Fue ahí cuando sentenció la carrera”, comentaba un eufórico William Buick tras ganar su tercer St Leger.
Fue tal la exhibición de Hurricane Lane que Charlie Appleby reconoció haber disfrutado viendo la carrera, “algo muy inusual en estos Grupos 1”. Más aún cuando se trata de su primer triunfo en la Clásica británica más antigua. “Puede que algunas personas hubiesen dudado sobre correr o no el St Leger, pero no puedes vencer a la tradición e historia y esta carrera está impregnada de ambas”, añadió.
Ningún ganador del St Leger se ha impuesto posteriormente en el Arco, estadística que no parece inquietar lo más mínimo al preparador de Godolphin. “Fue después de ganar el Gran Prix de Paris (G1) cuando empezamos a pensar en el Arco”, reveló. “Sabemos que nadie lo ha logrado, pero eso no significa que no se pueda conseguir”.
El otro gran triunfador fue Frankel que este año ha visto como dos de sus hijos se han coronado en el Derby y St Leger, siendo esta, además, su segunda victoria en la prueba como semental tras la que obtuvo con Logician. Por cierto, Hurricane Lane -ganador este año de tres Grupos 1- fue uno de los yearlings por los que menos pagó (245.000 euros) en Europa el Sheikh Mohammed, que en 2019 invirtió cerca de 41 millones en la compra de 49 yearlings. Inversión que se ve recompensada con su séptima victoria en el St Leger con la chaquetilla de Godolphin, a las que hay que sumar las otras cuatro logradas con la suya propia.
Un último apunte, ajeno a lo deportivo, pero que nos hace mirar al futuro con ilusión y esperanza. Entre las más de 20.000 personas que se dieron cita en el Hipódromo de Doncaster, solo me crucé con una que llevara puesta la mascarilla. Al Covid también se le puede derrotar. Y al igual que en el turf, los británicos vuelven a mostrarnos el camino.